El alcohol lesiona el cerebro, desequilibra las emociones y altera las hormonas de los adolescentes .
Los más jóvenes se encuentran en una etapa de desarrollo y la ingesta de licores lesiona su cerebro de forma irreversible.
Fernando Lizárraga, neurólogo de la ‘Clínica Internacional’, explica que el licor bloquea la función del lóbulo central, encargado de controlar el comportamiento social. Esto hace que los adolescentes no midan el peligro y tengan actitudes agresivas. Por esta razón, el consumo es una característica común en delincuentes juveniles.
También altera el sistema límbico, que equilibra las emociones. “A medida que la ingesta de alcohol se vuelve un hábito, el joven bebedor aminora su capacidad de discurso, memoria y concentración, necesarios en la etapa de estudios”, añade.
Además, perjudica su crecimiento y aumenta el cortisol, hormona del estrés. Esto tiene una consecuencia: los adolescentes bebedores caen más rápido en cuadros depresivos.
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